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02 de marzo 2019

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REIVINDICANDO LA PARTIDITA: El mejor ejercicio mental y social

Elena Barreiro Alonso - Psicóloga H. Sanitaria

Desde pequeña me han gustado los juegos de mesa y no precisamente la Oca o el Parchís. Me gustaban los juegos de cartas al estilo español: la Escoba, el Tute, el Subastado y más tardiamente el Mus, así como también el Dominó. Y desde joven tuve la suerte de compartir partida con gente mayor.

No tenía todavía veinte años y ya jugaba casi siempre con y contra jubilados, los verdaderos maestros. Al igual que Raúl (el futbolista), jugué en primera división desde muy joven y jamás tuve problema alguno para que me aceptasen.
Esta vivencia (que se prolongó hasta hace poco más de una dècada) me hizo partícipe de una experiencia que, como psicóloga que se dedica a esta apasionante etapa de la vida, reivindico como uno de los mejores ejercicios mentales y sociales que puede realizar un jubilado.

La primera de estas bondades es el hecho de que el sénior sale de casa y - en muchos casos - camina hasta el local en el que tendrá lugar la partida, ejercitando por ello el área frontal-motora del cerebro. Normalmente esta caminata se suele realizar después del almuerzo o de la cena, con lo cual el ejercicio es todavía más beneficioso para realizar una buena digestión. También, salir del hogar durante unas horas, deja un lapso de tiempo propio a la pareja, aligerándola del agobio de estar todo el día juntos. Si volvemos a hacer recuento de beneficios, realmente nos salen tres.

Cuarto. No sólo se va a jugar la partida, eso digamos que es el cincuenta por ciento de los objetivos buscados, se va a socializar, a estar con los amigos, a comentar de política de fútbol o de cine, a preguntar por fulanito. Es decir, a mantenerse al dìa, a reforzar conocimientos de la actualidad y de la gente de nuestro entorno. ¿Te acuerdas de menganito?. Esta actividad ayuda a estructurar historias al tener que narrar quién era ese fulanito o menganito que no se recuerda, evocando situaciones pasadas, buscando palabras, argumentos y estructuras lingüísticas adecuadas para hacernos entender (activandose el área cerebro-frontal de Broca). Creo que van cinco.


Seis. Se refuerzan lazos con el compañero y con los adversarios. He pasado años jugando con estos maestros y certifico que no quieren cambiar ni a unos ni a otros. Aún los perdedores más recalcitrantes ( que los hay), no cambian de pareja ni de contrincantes habituales.

Siete. Todo aquel no jugador que vea como espectador una partida de compañeros habituales se quedará asombrado de lo que se dice y de cómo se expresan los jugadores durante su transcurso. El lenguaje cambia de tono de forma frecuente, pasando del reproche al halago, de la exaltación al insulto. Las figuras literarias son corrientes: ironìa, hipérboles, comparaciones, pleonasmos, etc (se ejercita con esto el área temporal-Wernicke). Durante una partida se habla de lo divino y de lo humano. A veces, la partida se relaja, incluso se detiene con el fin de contar alguna anécdota pasada o un acontecimiento reciente. Acto seguido, alguien ( generalmente el que va perdiendo) vuelve a poner las cosas en su sitio alegando que han quedado para jugar y no para charlar, transformándose este enfurruñado jugador en el más dicharachero de los cuatro si al final de la partida termina ganando. Por el contrario, el antes relajado narrador de anécdotas, acaba con un enfado superlativo acordándose de la familia de su compañero al que, con seguridad, culpa por su mal juego. Pero invariablemente al dìa siguiente vuelven a estar de pareja.
La gama e intensidad de las emociones experimentadas por los jugadores durante este tiempo no las tienen los no jugadores en semanas o meses. Estas situaciones de estrés controlado provocan una tonificaciòn muscular, cardíaca y respiratoria en cuanto a los aspectos físicos y psicológicamente los prepara y entrena para gestionar más adecuadamente sus reacciones en otras situaciones más complejas que puedan aparecer en la vida diaria.

Ocho. En muchas ocasiones, cuando termina la partida, suele haber un análisis - generalmente no muy sosegado ( más bien a gritos) - por parte de uno de los perdedores hacia su compañero. Y en no pocas ocasiones - tras dejar desahogarse al exaltado perdedor - uno de los exultantes ganadores explica pausadamente al otro perdedor y en voz baja ( para no soliviantar a su rival malhumorado) cuál ha sido el fallo cometido.
En muy pocas ocasiones de la vida se ve una camaradería tal. Es como si Hamilton le explicase a Fernando Alonso lo que tiene que hacer para ganarle en la siguiente carrera mientras abraza efusivamente a su compañero de escuderìa que comparte podio con él.
Y previamente se ha respetado el desahogo vehemente del contrincante y amigo quien con toda probabilidad se habrá prodigado en insultos.
Los lazos se estrechan con el adversario y se empatiza con su abatimiento mientras se siente la alegría del triunfo. Y también se practica la tolerancia al reprimir los impulsos de llevar el enfrentamiento a un nivel superior, tragando bilis por amistad. En pocas ocasiones se conjugan tan bien estas dos emociones tan intensas y básicas, manteniéndolas en un comedido margen de seguridad.
En muchas ocasiones la trifulca se zanja con el mecanismo más maravilloso que posee el ser humano para acabar una discusión: el Humor. Éste, no sólo requiere una coordinación de habilidades intelectuales, lingüísticas y psicológicas extremadamente complejas, sino que también obliga a realizar un esfuerzo simétrico al oyente, evitando la tensiòn de la situación y rematando habitualmente la escena con una carcajada que oxigena nuestro cerebro, tonifica nuestros músculos y hace olvidar todo sensación negativa gracias al incremento de endorfinas en el cerebro. Es el mejor opiáceo natural con que cuenta el ser humano.


Además, el repaso de las jugadas realizadas - sin tener las cartas o fichas delante - activa variadas áreas del cerebro asociadas a la memoria inmediata, a la espacial, a la creativa y a la cristalizada.
A todo esto hay que sumar la toma de decisiones constantes y rápidas durante la partida, activándose constantemente la corteza pre-frontal del cerebro (área ejecutiva).
Otro aspecto no menos importante es el continuo proceso de cálculo matemático al que sometemos al cerebro y el esfuerzo de recordar cartas o fichas que ya han salido o que todavìa quedan por salir. Ya van once.

Doce. Establecer estrategias, para procesar toda esta ingente cantidad de información de la que disponemos, es el aspecto más complicado del juego. Este aspecto es precisamente lo que caracteriza a los buenos jugadores. Pero eso, ¿qué importa entre amigos?

Parte de mi metodologìa como asesora psicológica para esta nueva e ilusionante etapa de la vida es poner en valor todas estas buenas prácticas de nuestra sociedad que siempre han estado ahí. Haber sido participante de esta experiencia ha sido una de las aportaciones más gratificantes de mi vida y un añadido inesperado fue que, años después, contribuyera a modelar mi metodología para ayudar al sénior. Una sentencia de Steve Jobs viene perfecta para estas contingencias de la vida:
“Muchas de las vivencias que tuve siguiendo mi afición, intuición y curiosidad resultaron ser inestimables con el tiempo”


Si pudiésemos realizar una de las pruebas más moderna que existe para ver la actividad cerebral (imagen por resonancia magnètica funcional - IRMf ) durante el transcurso de una partidita, el cerebro parecería un deslumbrante árbol de navidad.

¡Vive en plenitud!